HUERTO URBANO ORGÁNICO EN TERRAZA
Un Huerto en una Terraza Con este sencillo manual te ofrecemos una herramienta básica para dar los primeros pasos en la instalación y mantenimiento de un pequeño huerto en tu terraza, sin necesidad de tener conocimientos previos.
Utilizando recipientes reciclados, podrás
producir en casa tus propias hortalizas ecológicas. Con el tiempo, será la experiencia la
que te aporte los conocimientos más importantes para cultivar en casa.
El huerto en la terraza es un pequeño jardín que visitar cada día. Se convierte en una
potente herramienta educativa para cualquier edad, nos permite ampliar nuestros conocimientos sobre las plantas y los ecosistemas y desarrollar actitudes como la
paciencia y la constancia, requisitos fundamentales para obtener una cosecha de calidad
que irá directamente del huerto al plato.
Condiciones:
Accesible. Para visitarlo con frecuencia, sin que suponga un sobre esfuerzo.
Sobre una superficie resistente. Que soporte el peso de los recipientes reciclados o macetas con el
sustrato (cargas superiores a 300 kg/m2).
Seguro. Sin riesgo alguno para quien se encargue de su montaje y mantenimiento.
Dos factores fundamentales para escoger la ubicación del huerto son la luz y el acceso al agua.
Las plantas necesitan al menos 6 horas diarias de luz solar para su correcto desarrollo, así que
elegiremos la zona con más horas de luz directa y más protegida del viento. El riego es la tarea
que más tiempo ocupa, por lo que conviene que el suministro de agua esté en el mismo lugar, lo
más cerca posible. Así evitamos grandes desplazamientos para regar o llenar los recipientes
plásticos o las macetas.
El recipiente
En primer lugar, necesitamos un recipiente para depositar el sustrato donde cultivar las hortalizas.
En el mercado los hay de todo tipo, como mesas de cultivo, macetas o jardineras de diversas
dimensiones. Proponemos la re utilización de recipientes plásticos deteriorados.
Algunos son de plástico resistente, aislantes, impermeables y ligeros, lo que permite manejarlos
con facilidad. Es necesario hacer un orificio de desagüe en su base, por donde saldrá el agua
sobrante.
El volumen del recipiente dependerá de sus dimensiones, uno ideal sería de
65 a 90 cm. de ancho y de 100 a125 cm. de largo. Estableceremos la profundidad entre 25 y 30
cm., así que su capacidad variará entre 175 y 350 litros.
El contenido
En el interior del contenedor depositaremos 2 o 3 capas de materiales preferiblemente ligeros, para
evitar el sobrepeso en la terraza.
La capa de drenaje
Situada en la parte inferior y compuesta por una capa de gravilla de unos 3 cm. de espesor, facilita
el desagüe del agua sobrante que, en caso de acumularse, perjudicaría las raíces. Coloca una
pequeña malla sobre el agujero de desagüe para retener la gravilla. Debajo colocaremos una
bandeja para recoger y reutilizar el agua, evitando también que el suelo se encharque.
La capa de sustrato
Es la más importante para el desarrollo de las plantas, pues es su soporte, facilita el crecimiento de
las raíces, contiene la vida microbiana y almacena agua y nutrientes. Con un espesor mínimo de
20 cm., estará formada por una parte de fibra de coco y otros, para dotar al sustrato de buena
estructura (porosidad, aireación, ligereza) y otra parte de compost, que aporta nutrientes de forma
equilibrada. Proponemos una mezcla que da buenos resultados: 50% de fibra de coco y 50% de
compost.
La capa superficial
Opcional, aunque recomendable. Consiste en unos 2 cm. de compost, que renovaremos
periódicamente. Aportará nutrientes y evitará en gran medida la evaporación directa del agua.
Las tareas cotidianas del huerto son:
Riego. Varias veces por semana, según la época del
año y el estado del sustrato y de las plantas. Es
importante que la tierra tenga humedad suficiente.
Abonado. Aportaremos abono líquido orgánico junto con el riego cada dos semanas.
Control de plagas, enfermedades y malas hierbas. Supervisaremos las plantas cada semana y
aplicaremos sistemas de control.
Recolección. Cada hortaliza tiene su momento óptimo de recolección a lo largo del año.
Herramientas
Para trabajar en nuestro huerto, necesitaremos:
Pala pequeña para los trasplantes y para las mezclas del sustrato.
Rastrillo para remover el sustrato y nivelar la capa superficial.
Tijeras para podar y recolectar frutos sin dañar la planta.
Regadera. Jarra dosificadora para medir el abono orgánico que aportamos.
Pulverizador y vasito dosificador para tratar plagas y enfermedades
o aplicar abono foliar en las hojas. Cubeta para colocar restos o cosecha.
- También pueden ser de gran utilidad:
Unos guantes de protección, un termómetro
para medir la temperatura de la tierra, una lupa
para identificar plagas, un pluviómetro para medir la cantidad de lluvia, un
medidor de PH, un conductivímetro para medir la salinidad, etc.
Las semillas
En el reino vegetal existen innumerables especies cultivables, agrupadas en familias de distintos
orígenes y caracteres. Cada una tiene numerosas variedades que se diferencian por su adaptación
al clima (verano, invierno), ciclo de cultivo (corto, largo), productividad, crecimiento (determinado e
indeterminado), tamaño y forma del fruto, resistencia a plagas y enfermedades, etc.
La elección de las semillas es la primera decisión importante. Decidiremos qué hortalizas
queremos y si se adaptarán bien al contenedor y a la climatología. Si es posible, utilizaremos
semillas locales y ecológicas, que conseguiremos en el mercado o a través de otros agricultores.
El poder germinativo es el número de años en que las semillas se mantienen fértiles, que está
entre 3 y 5 años de media. Para que no pierdan su capacidad germinativa, deben conservarse bien
secas en un recipiente hermético para evitar que se humedezcan, y almacenarse en un lugar
fresco para alargar su longevidad. Han de ser identificadas correctamente para evitar errores en la
siembra (fecha, especie, variedad y origen).
Las plantas
Para germinar correctamente, las semillas precisan un sustrato con óptimas condiciones de
humedad y temperatura. Las raíces absorben los nutrientes disueltos en el agua (sales minerales),
constituyendo la savia bruta, que sube hasta las hojas. Parte del agua se pierde a través de los
poros (estomas), debido a la transpiración de la planta. El resto de agua y nutrientes se combinan
con el dióxido de carbono absorbido por las hojas, formando los hidratos de carbono (molécula
orgánica) y liberando oxígeno. La planta obtiene la energía necesaria para esta transformación de
la luz solar directa a través de sus órganos verdes (hojas, principalmente), fenómeno denominado
fotosíntesis.
Los hidratos de carbono se reparten por toda la planta, que los utiliza para realizar sus funciones
vitales (crecimiento celular, desarrollo de órganos vitales, absorción de agua y sales minerales).
Las partes aérea y subterránea tienen funciones complementarias: las raíces absorben agua y
nutrientes, y las hojas pierden agua mediante la transpiración, usando los nutrientes para crecer.
Las partes verdes realizan la fotosíntesis, produciendo oxígeno y materia orgánica, mientras las
raíces consumen oxígeno y materia orgánica, ya que necesitan energía para crecer y realizar el
proceso de absorción.
Luz
Co2 Oxigeno
H2O
H2O Nutrientes.
Diseño y planificación del cultivo
Ya preparado el recipiente, planificaremos la siembra según nuestros hábitos de consumo, el clima
y las características de las plantas. Al planificar el huerto tendremos en cuenta el ciclo del cultivo
desde la siembra hasta la cosecha, que varía según la especie y variedad (corto o largo, verano o
invierno) y el clima (temperatura, radiación solar). Ya que el cultivo se dedicará al autoconsumo,
tendremos en cuenta las cantidades a plantar de cada especie. Plantaremos escalonadamente las
que tienen un solo momento de cosecha, como zanahorias o cebollas, para no recoger todas a la
vez. En el caso de las tomateras, una sola planta alcanza un alto nivel de producción y la cosecha
tiene un carácter más continuado. Aquí aportamos datos estimativos; tu propia experiencia te dará
las pautas sobre este asunto.
Asociación de cultivos
Asociar significa aprovechar al máximo el espacio con cultivos que no tengan las mismas
necesidades y por tanto no compitan por el agua, los nutrientes o la luz. Así se crea un ecosistema
diverso y aumenta la calidad y cantidad de las cosechas. Cuanto más parecidas son las plantas,
más incompatibilidades muestran, ya que tienen parecidas necesidades: las raíces y las hojas
ocuparán el mismo espacio y serán sensibles a las mismas plagas o enfermedades.
Para asociar cultivos correctamente, procuraremos que nuestras plantas:
Sean de diferentes familias, para que no tengan necesidades demasiado parecidas ni sean
sensibles a las mismas plagas.
Tengan ciclos de diferente duración, para que una vez cosechadas las de ciclo cortó o medio,
quede espacio para el desarrollo de las de ciclo largo.
Tengan distintas partes aprovechables, ya que su necesidad de nutrientes y espacio serán distintas.
Sean de distintos tamaños, para aprovechar mejor el espacio del recipiente colocando plantas
pequeñas entre las grandes. Para una determinada época del año, elegiremos plantas de
diferentes familias, de ciclo largo y tamaño grande, que ocuparán el centro del contenedor.
En los laterales asociaremos plantas de diferentes familias y partes comestibles, de porte mediano
y de ciclo largo/medio. Las pequeñas y de ciclo corto ocuparán el espacio libre. Algunas
asociaciones típicas son: zanahoria, lechuga y cebolla...
Rotación de cultivos
La rotación consiste en alternar en el tiempo la plantación de especies de distintas familias y por
tanto con distintas necesidades. Alternando plantas de distinta variedad, logramos que no se
agoten los nutrientes de la tierra, interrumpimos la propagación de plagas y enfermedades, y
obtenemos una producción más variada. Los tipos de rotación varían según la familia vegetal, el
sistema radicular, la parte aprovechable, la sensibilidad a plagas y enfermedades, las exigencias
nutritivas y las épocas de desarrollo.
Para una correcta aplicación de las rotaciones, las plantas a
alternar deben ser:
De distintas familias. (Solanáceas / cucurbitáceas / leguminosas / gramíneas / umbelíferas /
liliáceas / compuestas / crucíferas).
Con distinta vegetación. (Hojas / bulbo / raíz / fruto / vaina / grano).
Con distintas exigencias nutritivas. (Muy exigentes / medianamente exigentes / poco exigentes /
mejorantes).
Modelos recomendados
Aquí proponemos algunas combinaciones, ajustadas a las medidas del recipiente
(110 x 70cm). Como guía, hemos añadido al gráfico una rejilla con cuadrados de unos 10 cm. de
lado. Prueba estos modelos o inventa otros nuevos; la propia experiencia te enseñará lo más
importante.
Labores culturales
Siembra y trasplante:
Existen dos tipos de siembra: directa, colocando la semilla directamente bajo la tierra e indirecta,
utilizando pequeños semilleros y trasplantando al huerto cuando la planta se ha desarrollado.
La profundidad de siembra depende del tamaño de la semilla. Por norma general es de 1 a 3 veces
su diámetro. El número de semillas por golpe oscila entre 1 y 5, según la especie. Los primeros
días precisan humedad constante pero no excesiva y una temperatura que favorezca la
germinación. El tiempo de la misma está entre 5 y 10 días, según la especie, las condiciones del
sustrato, la humedad y la temperatura. La mayoría de plantas admiten la siembra directa e
indirecta, aunque recomendamos el trasplante para casi todas. Así ganaremos tiempo (sembramos
antes) y espacio (permanecen menos tiempo en el contenedor), y durante las primeras semanas
de crecimiento disfrutarán de óptimas condiciones en el semillero. En las de raíz (rábano,
zanahoria) se recomienda la siembra directa, para que no sufran durante el trasplante.
Aunque en el mercado hay gran variedad de semilleros, podemos reutilizar envases de yogur o
vasos de plástico, perforando la base para que salga el agua sobrante. Antes del trasplante se
recomienda que la planta se haya desarrollado lo suficiente y que sus raíces ocupen todo el
recipiente. Esto suele ocurrir cuando la parte aérea de la planta supera el volumen del mismo. Conviene dejar secar un poco el sustrato para que el plantel salga con facilidad y tener mucho
cuidado para no estropear las raíces. Haremos un agujero con la pala en el sustrato, lo bastante
grande para que quepa el plantel y lo colocamos con mucho cuidado, presionando ligeramente el
sustrato a su alrededor. Finalmente, regaremos para asentar el sustrato y las raíces.
Riego
El riego es una labor muy importante para el éxito del cultivo. Tendremos
que aportar riegos frecuentes y ligeros, ya que por su poca
profundidad, el
sustrato tiene menos capacidad de almacenamiento. El agua se
agota más
fácilmente en recipientes que en los cultivos en suelo. La
frecuencia de riego
aumenta o disminuye según la época del año y el desarrollo o
cantidad de
plantas, por lo que vigilaremos si muestran síntomas de
marchitamiento y la humedad del sustrato.
Si se supera la cantidad máxima de agua que
puede retener el sustrato, la sobrante saldrá
por el orificio de drenaje, lo que debemos evitar para no perder
muchos elementos nutritivos. El momento óptimo del día para
regar es el atardecer, así se evita la evaporación y se favorece la
infiltración del agua en el sustrato. Con la práctica, aprenderemos
a regar con la frecuencia y cantidad adecuadas para cada
momento, de modo que el huerto
mantenga un estado de humedad óptimo.
Obtendremos el agua directamente de la red de suministro o de la lluvia, si podemos almacenarla.
Las diferentes formas de riego van desde la tradicional regadera hasta un sistema de riego
localizado (goteros, exudación) con depósito intermedio. También podemos usar un programador
que garantice la cantidad y frecuencia de riego cuando pasemos varios días fuera de casa.
Mantenimiento y abonado del sustrato
El sustrato de origen orgánico se compacta con el tiempo y pierde porosidad,
disminuyendo su aireación y retención de agua y mermando el desarrollo
de las raíces. A ello que hay que sumar la pérdida de materia orgánica
por la propia descomposición o por exceso de riego. Antes de una nueva
plantación aportaremos materia orgánica rica en nutrientes (compost y/o humus
de lombriz) y removeremos para recuperar la
cantidad y porosidad del sustrato.
Los nutrientes se dividen, según la cantidad
que precisan las plantas, en
macronutrientes (nitrógeno, fósforo, potasio,
calcio y magnesio)
y micronutrientes (manganeso, boro, cobre,
molibdeno e hierro). Inicialmente están
en el sustrato, pero se agotan
con el paso del tiempo.
La carencia de nutrientes esenciales causa el
desarrollo defectuoso de la planta; en
algunos casos los síntomas son fáciles de
identificar; en otros no lo son tanto
La cosecha
La recolección, que en gran medida es el objetivo final (aunque no el único), quizás sea el
momento más gratificante que nos proporcione el trabajo en nuestro huerto.
Para recolectar los frutos usaremos tijeras o cuchillo; así evitaremos daños innecesarios en las
plantas. En algunas hortalizas como el tomate, el color rojo nos indica la madurez del fruto. Otras,
como el calabacín, la berenjena o el pepino, se
recolectan inmaduros. El ajo y la cebolla se pueden
coger tiernos o recolectarlos cuando las hojas se
sequen. En el caso de arvejas y pimientos, la cosecha
continua del fruto inmaduro estimula la producción de
nuevas flores y frutos.
Muchas hortalizas de hoja, como lechugas y espinacas,
se recolectan antes de su floración, pues si la planta
florece, la hoja adquiere un sabor amargo.
Cortesia de Salud Alimentaria Sud.
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